LA ADQUISICIÓN DE HABILIDADES SOCIALES EN LA ETAPA DE INFANTIL


     Debemos tener en cuenta que socializar es el proceso por el cual el niño aprende a diferenciar lo aceptable de lo inaceptable en su comportamiento. Socializar es un proceso muy importante que debe fomentarse en los niños y niñas desde muy corta edad.
    Asimismo, es de gran importancia la relación existente en el núcleo familiar, ya que el primer contacto social que el niño reciba será con la familia, resultado que el pequeño-a reflejará con el resto de personas, tanto en la escuela como en su entorno.
   De ahí la importancia de nuestro trabajo, ya que como padres, maestros y como adultos en general, deberemos conducir a nuestros más pequeños a unas relaciones basadas en el respeto, el diálogo, la empatía y, entre otras cosas, el afecto.
    Como bien sabemos, los adultos somos modelos a seguir por los niños-as, por lo que contamos con una gran ventaja a la hora de inculcar a nuestros pequeños-as habilidades sociales que le sirvan para mantener una vida social correcta y plena, a la vez que podremos conseguir unas generaciones que hagan retornar los valores y normas para una adecuada convivencia.
   Este tema es de gran importancia ya que debido a una serie de bruscos cambios en nuestra sociedad, como la incorporación de la mujer al trabajo, contando con el elevado número de horas que los padres están fuera de casa, así como el avance de las nuevas tecnologías (ordenadores, videojuegos, teléfonos móviles…) o la pérdida de valores que se palpa en nuestra sociedad, cada vez son más pobres y escasas las relaciones sociales de nuestros pequeños.
  Así que, en manos de los adultos, y más concretamente en manos de padres/madres y maestros, queda la responsabilidad y el deber de guiar a los más pequeños con el objetivo de lograr futuras generaciones que mantengan unas relaciones sociales adecuadas y óptimas.

“EL DESARROLLO SOCIAL DE LOS MAS PEQUEÑOS”

    Entendemos el desarrollo social como el proceso de asimilación de los  valores, normas y pautas de actuación del grupo social en el que se está inmerso.
    La primera relación que establece el niño-a con los otros es la que se establece entre madre-hijo/a. A partir de aquí el niño-a va diferenciando su propio cuerpo, principal referente para el conocimiento de su persona.
   Unas relaciones basadas en la disponibilidad y respuesta del/la cuidador/a harán que el niño/a desarrolle unas expectativas sociales positivas, al haber aprendido a valorar positivamente al otro. Por lo que un niño con apego seguro persistirá durante más tiempo en la realización de las tareas y se mostrará menos agresivo y negativista que un niño con apego inseguro. También desarrollará el mismo tipo de apego hacia los demás, entablando mayores relaciones de amistad y cooperación, siendo más populares entre sus iguales y detectándose en ellos menores comportamientos de ansiedad y retraimiento.
   Haciendo referencia a las relaciones con los iguales, estas suelen comenzar hacia el primer año de vida, aunque son fundamentalmente diádicas, es decir, que utilizan  los objetos como vehículos de interacción social, aunque posteriormente las relaciones pasarán a ser poliádicas, aceptando así normas, implicaciones morales…
   Los episodios de agresividad en estas relaciones han de ser interpretados como un deseo del niño/a de mantener la posesión de objetos o de continuar realizando actividades agradables para él/ella, lo que se denomina Agresividad Instrumental. El niño en esta edad aun no dispone de la intencionalidad de hacer daño a los demás, aunque por desgracia seguramente lo aprenderá con el tiempo.
   Asimismo, la adaptación social se ve favorecida por la interacción con compañeros tanto de la misma edad como de edades diferentes. Es más, los grupos infantiles suelen estar compuestos por niños/as de edades diferentes lo cual enriquece las distintas situaciones de intercambio.
   Siguiendo a Vega (1989), las relaciones con los compañeros indican en alguna medida como serán las relaciones en la edad adulta. El nivel de aceptación de los compañeros/as nos habla de la salud mental posterior. Pero también existen altas correlaciones entre relaciones con los compañeros/as y vulnerabilidad emocional en la edad adulta. Los compañeros son los que mejor pueden ayudarse y entenderse mutuamente. También hay que decir que las relaciones influyen del mismo modo en el autoconcepto, ya que cuando el niño/a es aceptado por el grupo su autoconcepto se refuerza, sin embargo los rechazos hacen que este se debilite.
    Pero existen diferencias importantes en el desarrollo social, dentro de la etapa de Infantil, entre unas edades y otras, ya que si comparamos niños/as de dos años con niños/as de cuatro años, observaremos que, mientras que los niños/as mayores hablan y juegan con otros niños/as, y manifiestan sonrisas, los niños menores lloran frecuentemente, miran a otros niños/as, se dejan coger los juguetes y se orientan generalmente hacia el maestro. Es al final del Primer Ciclo de la Educación Infantil cuando aumenta el prestar atención, dar aprobación, el afecto y la aceptación personal, la sumisión y el dar objetos tangibles.
    Es importante destacar la aparición en estas edades  de los comportamientos prosociales, escasos estos antes de los cuatro años. Los compañeros/as muestran aquí una mediación eficaz. Algunos experimentos con técnicas de modelado, muestran que, los compañeros/as pueden eliminar miedos infantiles, como miedo a animales o al médico. De igual modo, estas técnicas de modelado son eficaces en la reducción de la timidez, ya que si ofrecemos a niños/as de Educación Infantil tímidos/as o retraídos/as un modelado participativo, estos intervienen más en actividades sociales y su participación es incluso duradera, disminuyendo progresivamente su timidez.
    La escuela viene a complementar la acción familiar y puede considerarse como una institución intermedia entre la familia y la sociedad. La transmisión de conocimientos está sistematizada en la escuela, existen reglas y normas y las pautas comportamentales son diferentes a las de la familia, siendo en la mayoría de los casos más objetivas.
     En la actualidad, y desde la concepción de la escuela como parte del entorno en el que se inscribe, con la participación de una comunidad educativa comprometida en un proyecto común en un sistema dinámico de relaciones, se ofrece una vertiente socializadora que va más allá de la unidireccionalidad de la relación profesor-alumno. El intercambio se hace más plástico y dinámico y el proceso socializador desde una perspectiva plural y diversa se ve enriquecido.
   En el contexto escolar, como bien afirmó Minder (1980) citado por Samorra (1991), los niños se encuentran con realidades como  la “igualdad de pares”, lo que supone al niño/a una facilidad para la interacción y el intercambio social, y una dificultad a la vez, ya que no dispondrá de situaciones preferenciales, como en la familia, debiendo soportar y adaptarse a las distintas situaciones. También se hace necesaria la aplicación de la justicia, en la convivencia entre iguales, que dé a cada cual lo que le corresponde. Y algo dificultoso para el pequeño es, también, la neutralidad afectiva, en especial para aquellos niños/as excesivamente protegidos en el medio familiar. Aún así, resulta necesaria para la convivencia en igualdad de derechos.
    Dentro de la Escuela y sus normas, la figura más significativa y que mantiene un contacto directo y constante con el pequeño/a es el maestro, esa persona con la comparte la mayor parte del tiempo y la cual suele ser un modelo para él. El papel del profesor, en la forma en que las diferentes situaciones se plantean y resuelven, es de una gran importancia y tiene significativas repercusiones en el aprendizaje de la socialización, entre otros muchos ámbitos del desarrollo del niño/a.
    Una de las razones por la que el docente debería poseer ciertas habilidades emocionales tiene un marcado cariz altruista y una finalidad educativa. Para que el alumno aprenda y desarrolle las habilidades emocionales y afectivas relacionadas con el uso inteligente de sus emociones necesita de un “educador emocional”. El alumno pasa en las aulas gran parte de su infancia y adolescencia, periodos en los que se produce el desarrollo emocional, de forma que el entorno escolar es un espacio privilegiado de socialización emocional y el docente, su referente primordial en cuanto a actitudes, comportamientos, emociones y sentimientos. El docente es un agente activo de progreso afectivo y debería hacer un uso consciente de estas habilidades en su trabajo.
    Entre las peculiaridades que debe poseer el profesor, deberíamos destacar la autenticidad, la madurez emocional, un buen carácter, comprensión de sí mismo, capacidad empática, estabilidad emocional, interesado por la novedad, con amplios intereses y una adecuada actitud hacia los alumnos.
    Finalizando, debemos tener en cuenta que en el proceso de socialización del niño, participan además de la familia y la escuela, otros agentes socializadores, entre los cuales juegan un importante papel los medios de comunicación de masas, y en concreto la televisión. Es un hecho hoy día fuera de discusión, que los medios de comunicación han alcanzado una difusión sin precedentes. Algunas estadísticas han presentado datos con los cuales se demuestra que los niños están más tiempo frente al televisor que con el profesor, los amigos o los padres. Tal situación tiene evidentemente un claro efecto socializador, haciéndonos pensar que una buena parte de su construcción social de la realidad, está determinada por los medios de comunicación masiva, los cuales ofrecen al niño una imagen del mundo, que resultará de capital importancia para su posterior conducta social.
   Ciertamente, hay que reconocer que la televisión, ha provocado importantes cambios en la vida diaria no sólo de los niños sino de todas las personas, sin embargo, estos cambios no han sido todos negativos ni mucho menos. Por el contrario, con la televisión se ha conseguido uno de los mejores medios de comunicación e información de que disponemos en la actualidad.
     La televisión ha sido también un medio ampliamente utilizado en la escuela como difusor de la cultura o transmisor de conocimientos mediante videos especializados, etc.
   Actualmente la televisión está interrelacionada en el espacio escolar con la filmoteca, videoteca, audioteca, biblioteca, etc., ampliando la posibilidad de una mejora del sistema educativo y convirtiéndose concretamente la televisión y en general los medios audiovisuales, en un propósito de la educación cuyo objetivo es conseguir que los niños logren contribuir y participar de una forma activa en la cultura y en la vida.