La importancia educativa de la Práctica Psicomotriz

Para comprender mejor las dinámicas que en la Práctica psicomotriz se desarrollan tenemos que tener en cuenta estos cuatro aspectos significativos:
1. Devolver el protagonismo a los niños y niñas
En primer lugar, un hecho de una gran trascendencia dadas las peculiaridades de nuestra cultura escolar, en el aula de Psicomotricidad se favorece el protagonismo de los niños y niñas frente a un papel excesivamente directivo y didáctico de los adultos. Claro está que colocar el protagonismo de los niños en el mismo centro de la actividad de la escuela, comporta asumir el grado de incertidumbre que ese hecho conlleva consigo, y probablemente sea esa una de las limitaciones significativas por las que resulte difícil trasladar la filosofía de la Práctica Psicomotriz a los contextos más reglados de los centros, especialmente en las aulas.
2. El reto de afrontar los límites
Paralela, y complementariamente a esa dirección, un ingrediente que estructura de una forma profunda ese principio de libertad, sustentado en el trabajo sobre los límites, esfuerzo que encuentra sus raíces en la elaboración del deseo y la frustración, en el marco de la claridad de la relación que seguriza física y afectivamente al niño.
3. Autoorganización y relación entre el todo y las partes
La tendencia generalizada de la materia y la energía en la naturaleza va hacia el desorden y el cambio constante. La sala de Psicomotricidad es un lugar privilegiado para poner a prueba esta tendencia, de la que la actividad de los niños resulta una buena muestra. Las sesiones parten de un momento de pulsión, es decir de una tendencia explosiva al cambio, especialmente si se llega a la sala desde un contexto excesivamente estructurado, a la vez que de un gran desorden, tanto en el espacio, como con el material y en las mismas acciones. El resultado de todo ello es un proceso autoorganizativo que está en el mismo centro de la evolución, dirigido hacia la creatividad, hacia la emergencia de situaciones, vivencias y aprendizajes específicamente diferentes a los de origen.
Detrás de este hecho está, también, la vivencia de la globalidad y la posibilidad de experimentar con el “todo”, y de ahí poder acceder a las “partes”, así como el poder ir en la dirección contraria. Los niños, al iniciar la sesión ocupan todo el espacio, tiran al aire todo el material que encuentran y, poco a poco, lo van invistiendo por partes, sean partes de espacio,sean partes de acciones, sean partes de relaciones, para ir llegando, más adelante, a un trenzado de esas partes que acaban definiendo un nuevo todo con otro nivel de información, y un grado de armonía, de seguridad tal, que permite la calma necesaria para la representación, y la tensión suficiente para la elaboración de nuevo conocimiento compartido.
4. La fuerza de la expresividad motriz y la dialéctica entre percepción y narración
Contamos, además, con un elemento de vital importancia para conocer, y poder reconocer, a los niños y niñas, como es la manifestación de su expresividad motriz, que contiene, no tan sólo el hecho de que la sala es un espacio privilegiado donde el cuerpo, el movimiento y la acción está en el centro mismo de su diseño y organización, sino que además, al dejarlos experimentar sin presiones ni encorsetamientos, se nos muestran tal y como se viven a partir de su peculiar forma de investir el espacio, el tiempo y las relaciones, ya sea consigo mismos (postura, tono corporal, ..), ya sea con sus iguales, con los adultos o con los materiales. Aún más, este espacio psicomotriz posibilita a los niños la creación de narraciones motrices y simbólicas vinculadas a sus procesos perceptivos visuales, auditivos y kinestésicos, que son los canales más modernos en la escala evolutiva, y privilegiados en nuestra especie para establecer el contacto con el mundo y elaborar distintas representaciones de éste. Visuales, porque crean contextos con gran variedad de materiales, que estimulan su sensorialidad, sumergiéndolos en nuevos y potentes deleites estéticos. Auditivos porque a medida que van experimentando motrizmente y creando situaciones de juego, se acompañan de verbalizaciones de lo que va sucediendo, totalmente envueltos en palabras que cobran sentidos diversos en función de sus producciones e intereses. Kinestésicos, porque hacen de su acción, con su cuerpo, una expresión creativa, una danza colorida de movimientos coordinados a la búsqueda de nuevas competencias motrices.
Viven apasionadamente todas estas experiencias gracias a que pueden profundizar en aquel canal que les resulta más cercano, a la vez que comparten todos los elementos positivos de los de los demás, enriqueciéndose de ellos y construyendo puentes hacia ellos. Esta expresividad motriz, estas narraciones, van configurando, van trenzando la historia de cada niño, ayudándoles en su proceso de diferenciación, en la conquista de su propia identidad, a la vez que favorecen la construcción de una historia compartida, en definitiva, el acceso a la comunicación y la conquista de una identidad social que les ha de ser muy útil para acceder al bagaje cultural de su contexto.